Nuestra querida Bogotá
Hablar mal de Bogotá siempre ha sido lo usual por cierto tipo de gente. Se trata de quienes viven quejándose de todo en esta vida, gente amargada que vive frustrada por su ausencia de voluntad para cambiar su vida y hacer algo, gente sin iniciativa que no son capaces de luchar por lo que quieren. Pero sobre todo se trata de gente alienada por los medios de comunicación que son quienes más hablan mal de Bogotá, en especial en estos últimos doce años que Bogotá fue gobernada por la izquierda.
Han sido los grandes medios de comunicación los encargados de promover ese desamor por la ciudad. En especial bajo el gobierno de Gustavo Petro, algo que se hizo enfermizo cuando le quitó el jugoso negocio de las basuras a parapolíticos como William Vélez Sierra, mecenas del delincuente Alvaro Uribe Vélez. Para el que no lo sepa, antes Bogotá, es decir nosotros con nuestros impuestos, pagaba sumas enormes (del orden de los 4 mil millones de pesos mensuales) a las empresas que recogían las basuras de la ciudad, en las cuales los trabajadores devengaban salarios de miseria. Bogotá era una de las pocas ciudades del mundo donde una persona que trabajaba recogiendo basura ganaba el salario mínimo mientras los dueños de las empresas, un grupo de parapolíticos, se embolsillaban jugosas ganancias.
William Vélez Sierra empresario uribista y Yamit Amat, decano del periodismo prepago en Colombia
Eso cambió, se creó una rentable empresa pública de aseo y eso no lo soportaron los grandes medios, con estrechos vínculos con esos parapolíticos. Periodistas prepago de Colombia como Yamit Amat proclamaban enfurecidos el desastre que se avecinaba, Yamit no paraba de ladrar en su cloaca de noticiero cuanta mentira se le ocurría sobre Bogotá. Mentiras y distorsión de los hechos fue pan de cada día en el noticiero CM&, de Yamit Amat, pero también en los noticieros televisivos de RCN y Caracol. Pero también en la radio, en las emisoras de estos grandes conglomerados económicos como La W y BluRadio. Mención especial merece Caracol Radio de la mano del periodista más sectario, sesgado y manipulador del momento: Gustavo Gómez Córdoba.
A eso se sumaron las periodistas esposas de esos parapolíticos como Vicky Dávila, cuyo marido José Gnecco Martínez pertenece a una de las narco paraco familias con mas crímenes y riqueza a cuestas en este país; Darcy Quinn, novia de Alberto Ríos, dueño de una de las empresas de aseo a la que se le dañó el jugoso negocio, y, por supuesto, la periodista reina de los parapolíticos y paramilitares, la peor periodista de este país, Claudia Gurisatti, todo un asco y vergüenza del periodismo nacional.
A eso se sumaron las periodistas esposas de esos parapolíticos como Vicky Dávila, cuyo marido José Gnecco Martínez pertenece a una de las narco paraco familias con mas crímenes y riqueza a cuestas en este país; Darcy Quinn, novia de Alberto Ríos, dueño de una de las empresas de aseo a la que se le dañó el jugoso negocio, y, por supuesto, la periodista reina de los parapolíticos y paramilitares, la peor periodista de este país, Claudia Gurisatti, todo un asco y vergüenza del periodismo nacional.